dissabte, 2 de gener del 2016

Los martes son mi debilidad. Quizás porque nos conocimos un martes, porque los martes trabajas y los lunes me agotan; o porque cuando desapareces sueles volver en lunes, y el martes me hundo.
Pero odio los martes al igual que odio todos los días que le siguen; por mi, por ti, por la rutina de la que salíamos juntos y de la que nunca salgo si no es contigo.
Me duele cuando vuelves, porque nunca te espero. Te pienso demasiado pero nunca me imagino que puedas volver. Ni que puedas hacerme caer otra vez; cuando llevo meses pensando que te he superado, convencida, pero no lo supero, ni sé si tengo ganas de apartarte de mi vida definitivamente.
Tampoco sé que me pasa contigo, después del dolor que he llegado a sentir, y siento, por tu culpa. Pero siempre que vuelves es inevitable todo aquello de sonreír (te) y de quitarle importancia a todas las veces que te he echado de menos. De suplicarte en mi cabeza que te quedes, que te necesito y que te quiero (aunque tu no lo sepas, aunque nunca te lo diga).
Que no me veo capaz de sentir algo por alguien si no es asco, y suena triste, pero lo has conseguido. Sin darme cuenta te has convertido en el punto de referencia de unos poetas que te llamarían herida abierta. Simplemente sé que dueles. Más que nada ni nadie, muchísimo más de lo que he llegado a imaginar nunca. No sabía que las personas dolieran tanto, hasta que llegaste tu, y te fuiste. Te pienso siempre, da igual dónde esté y con quién; da igual si estoy en un parque, en un concierto, en una canción, en mi clase favorita o en una fiesta. Siempre te busco, te escucho y te veo, pero nuncate encuentro, porque nunca estás.
 Por tu culpa he cogido manías y he dejado otras. La manía de buscarte entre las calles al salir de casa, con el corazón en la mano,.por si apareces y te lo doy para que veas lo roto que está por tu culpa (puedes quedártelo si quieres). O salir por la puerta principal para imaginarte sentado en el coche esperándome; y verte, vernos despidiéndonos delante de todos, apagando luces, sonidos y miedos.
Son cosas a las que me he acostumbrado, sin querer, sin saberlo. Una vez más, todo me recvuerda a ti y todo me duele por tu culpa. Pero te diré una cosa, gracias...y adiós. No definitivamente, tengo miedo a todas esas manías y a olvidarte. Aunque sé, que nunca voy a poder, porque no quiero, porque te quiero.

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